El fanático de la paella

Hoy es domingo, hoy toca paella. Esto no es un eslógan publicitario, es un hecho. Al menos si eres valenciano. Sí, amigos, la paella se come el domingo. Es una de las diez normas de la paella. Existen. Son esas y no otras, ni más ni menos. Lo digo yo, que soy valenciano. Y los valencianos somos muy inflexibles en lo que a la paella se refiere. Vamos a aprovechar este espacio para aclarar algunos conceptos que vosotros, castellanos, soléis confundir.

No, no es que me haya vuelto loco o radical. Digamos que la paella es una de las pocas cosas que son capaces de hacer aflorar el nacionalismo que los valencianos tenemos en las venas. Incluso a mí, que de nacionalista tengo más bien poco. Pero no se me ofendan por lo de ‘castellanos’: en los pueblos pequeños se dice eso para designar, por oposición, a todo aquel que no es valenciano. No es despectivo en absoluto, únicamente es definitorio.

La cosa es que nuestro problema con la paella trasciende la valencianía porque con la paella nosotros los valencianos tenemos al enemigo dentro: en cada una de las 34 comarcas de la Comunidad Valenciana se cocina de forma diferente, y en todas se le llama paella. Es más, fuera de la Comunidad Valenciana también se llama paella a todo aquel plato que lleve arroz y aspire a venderse al pobre turista. Cuánto hostelero desalmado.

Pero no, amigos. La paella es una. Sólo una. Aquí van diez claves para ayudaros a entender qué es la paella y qué no es la paella.

1. La paella se cocina en domingo. El sábado se puede aceptar sólo en condiciones necesarias, cuando la reunión familiar o de amigos sólo pueda cuadrarse entonces por causas de fuerza mayor. Y se come de día. Comerla de noche sólo es aceptable si tu piel es roja como un tomate y vistes bermudas y chanclas con calcetines incluso en invierno.

2. La paella es un plato que antiguamente cocinaban los hombres que, al terminar de trabajar en el campo, mataban un pollo y un conejo, traían las cosas del campo, cogían un par de ramas (de naranjo) y se la comían tranquilamente. Hoy en día la cocina es cosa de dos, hombres y mujeres, pero la paella es uno de esos platos que en los pueblos y demás siguen cocinando más los hombres que las mujeres. Y es mucho decir para según qué zonas.

3. Como condimento se usa azafrán, pimentón dulce, a veces ñora, y romero. Y por supuesto, arroz. Preferiblemente bomba.

4. La paella se llama así por el recipiente en el que se cocina. Efectivamente, el recipiente se llama paella. Nada de ‘paellera’, ‘sartén’, ‘olla’ o derivados. Confundir el nombre os hace merecer un poco de desprecio.

5. La paella es de pollo y conejo. Nada de cerdo, costillas u otras carnes. Hacerla con esas cosas os hace merecer un poco de desprecio más.

6. Insisto, la paella es de pollo y conejo. Y la carne no se mezcla con marisco. Nunca, jamás. Hacerlo os hace merecedores de una indigestión, y de bastante desprecio (culinario)

7. Para hacer la paella se usa aceite, ajos para quemar, tomate, ‘fessols de trencar’ (habichuelas tiernas) y ‘garrofó’ (judión). Esa es toda la verdura. Usar col, alcachofa, cebolla o demás será fantástico, pero para hacer otra cosa. Paella no.

8. La paella se hace en una paella, preferentemente sobre fuego de leña o, en su defecto, sobre un serpentín con una bombona de butano o similar. No se hierve, ni se cuece, ni se fríe. Nada se hace al horno. Variar esto os hará merecedores de un desprecio importante.

9. Hay otros ingredientes aceptables, como el caracol. En otras zonas el ingrediente básico varía desde las pelotas de carne picada hasta el pimiento, pero eso no es paella. En otras zonas también hay arroces fantásticos: arròs negre, arròs del senyoret, arròs a banda, paellas variadas con alcachofas y bacalao y otras delicias. Todas buenísimas, en serio. Pero no son paellas valencianas. Son otra cosa.

10. Puede que en algún momento de vuestra existencia tengáis la mala fortuna de ver paellas con espárragos, guisantes o incluso huevos duros. Tanto monta. Puede, incluso, que el sabor del arroz sea aceptable. Quizá incluso bueno. Pero repite conmigo, es no es paella, es otra cosa. Es más, a eso yo lo suelo llamar ‘arroz con cosas’. Gráfico y aclaratorio, ¿no?

Vale, ahora es cuando me decís que estoy loco. Pero habla con cualquier valenciano de bien y verás que hasta el más tranquilo de todos esconde bajo la piel un fanático de la paella con ganas de manifestarse. Hasta ese tan tranquilo que tú conoces seguro que alguna vez se ha llevado una garrafa de agua detrás para hacer la paella ‘porque el punto que coge el arroz con el agua de valencia es imposible de repetir’. Será la cal, no sé, pero es cierto. Y sí, somos unos talibanes de la paella. De la paella, de lo demás no.

Y ahora, para terminar, dos vídeos que seguro que te encantarán. Uno de ellos gentileza de un buen amigo, valenciano él, que ha montado un Club de la paella en Madrid para localizar la mejor paella de la capital. Sí, el también es un fanático de la paella. Es que es valenciano…

Borja Ventura